Tiempo de dar la cara
En Almería, hemos perfeccionado el arte de la queja resignada. También la indolencia. Nos lamentamos por las infraestructuras que no llegan, por el agua que se nos niega y por las obras que se eternizan. Solemos apuntar, con razón, a la clase política como la culpable de nuestros males. Sin embargo, estamos pasando por alto…