Imputación Almería

Ayer Almería despertó siendo protagonista de una vergüenza. Mientras la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil entraba en dependencias de la institución provincial, en domicilios personales y en empresas, muchos almerienses se desayunaban que una institución muy valorada estaba siendo desmantelada policialmente. No es para menos: el presidente de la Diputación, su mano derecha y vicepresidente y el alcalde de Fines han protagonizado una jornada negra. La institución que recuperaba el Cortijo del Fraile para todos los almerienses, algo que nos llenaba de orgullo, parecía haberse convertido en el “cortijo” privado para unos pocos.

Pero no solo fue impactante ver a la Guardia Civil registrando despachos oficiales, sino el estruendoso silencio mediático local que acompañó a las primeras horas de la operación. Si uno revisaba ayer la prensa nacional, Almería abría telediarios y portadas digitales por corrupción. Fuimos hasta “trending topic” por este follón, fue tremendo. Sin embargo, aquí, en nuestra tierra, se imponía una especie “ley del silencio”, intentaban tapar el sol con un dedo. Fui el primero en mi “time line” en mencionar esta situación. Mientras la UCO registraba la Diputación, algunos medios locales miraban para otro lado, consultaban novedades en sus móviles, quizás esperando alguna señal del gabinete de comunicación de turno para saber qué contar y cómo contarlo, minimizando daños. Es indignante que los almerienses tengamos que enterarnos por medios nacionales que están siendo detenidos lideres políticos por presunta malversación y cohecho. Hago mención independiente a Teleprensa, por donde conocí la noticia, fue el primer medio local que lo publicó, mucho antes que ningún otro.

Esta operación, que golpea a la cúpula del Partido Popular en Almería, no es un caso aislado; es el síntoma de una enfermedad crónica llamada bipartidismo. Llevan décadas gobernando la Diputación, sintiéndose impunes, creyéndose dueños de las sillas que ocupan. Pero no nos engañemos, esto no va solo de siglas azules o rojas. Ayer PP y PSOE compartieron protagonismo todo el día junto a la UCO, que es buena o mala en función de a quien investigue. Es el sistema de las franquicias de los partidos nacionales, donde los intereses de Almería siempre quedan supeditados a las luchas de poder de Madrid o Sevilla. Nos venden que tienen una ideología para polarizar, para dividirnos en trincheras de izquierda y derecha, mientras se comportan exactamente igual: metiendo la mano en la caja cuando pueden y dejando de lado las necesidades de los ciudadanos a los que deberían representar.

La desafección que sentimos hoy los almerienses es legítima, pero no puede llevarnos a la resignación. Ver a nuestros máximos representantes bajo sospecha de enriquecerse a costa del erario duele, pero más duele saber que hemos permitido que esto ocurra votando una y otra vez al “mal menor”. Se acabó. Almería no merece ser el escenario de tramas corruptas ni el cajero automático de partidos que solo se acuerdan de nosotros para pedir el voto para perpetuarse en el poder. La corrupción no es un fenómeno meteorológico inevitable; es la consecuencia de dejar la política en manos de élites que han perdido el contacto con la realidad de la calle.

Por eso surgió Almerienses, para decir basta. Hay esperanza, y esa esperanza no viene de fuera, nace aquí en Almería. Somos un nuevo actor político, sin mochilas, sin deudas con Madrid o Sevilla, formados por ciudadanos que han dado el paso porque nos duele Almería. Queremos regenerar la vida pública, abrir las ventanas de la Diputación y de los ayuntamientos, de las instituciones donde consigamos representación, para que entre aire fresco y sacar la basura de una vez por todas. La política debe volver a ser servicio, cercanía y transparencia, hecha por ciudadanos para ciudadanos. Depende de nosotros desterrar a quienes han manchado el nombre de Almería y recuperar el orgullo de pertenencia. No nos resignemos. El cambio es posible y es ahora.